Casate conmigo, dijo él, con sus dientes podridos y su mal aliento y entonces casate conmigo en vez de ese joven cabrero, pero cuando estaba en su cama y mi padre me había vendido sabía que no tenía elección, callé mi voz, hice lo que cualquier chica haría y cuando esté decapitada al menos me casé y cuando esté enterrada al menos me casé. Esconderé mi comportamiento y el vino será mi salvador.
viernes, 2 de enero de 2009
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